Me sorprendes, siempre, como una fría llovizna en pleno agosto.
No tienes ni principio ni final, eres tan estable como incierto.
Libre como el viento más puro,
Cálido como el más vivo fuego.
Te miro, me miras,
Sin ni siquiera tocarnos, lo sabemos.
No hay palabras más vacías que aquellas que sólo tratan de rellenar los huecos.
Nuestro silencio está sellado.
A pesar de las ganas de besarnos, no nos dejamos agujeros,
Así que no nos hacen falta palabras vacías,
Nos basta con nuestras miradas atravesadas y nuestros abrazos llenos…