No toques aquello que puse sobre la mesa con tantas ganas,
Ha dejado de ser de libre disposición para ti,
Demasiadas cosas creíste tener junto a las copas, los platos,
y las velas, que yo solita encendí.
Dejando todo lo que tenías que dar junto a tus pies,
A la penumbra de nuestros ojos,
Escondidas, con ansias de salir a la luz.
No quise rebuscar, ni mirar debajo de la mesa,
Todo lo que tenía que ver,
todo lo que podía existir para mí,
ya estaba delante de mis ojos,
y no quedaba nada más por servir.