La ducha como único abrazo.
El arrepentimiento de ampliar el salón comiéndote el balcón.
El odio con amor en la soledad.
El tiempo sin horarios.
La presencia a distancia.
La incertidumbre acabando con la estabilidad y la aventura al unísono
El deseo sin ligar, sin atar, encerrado.
La hormiga corriendo por la repisa como compañera.
El caracol, aparentemente muerto, huyendo.
Los pensamientos peleándose con los sentimientos. El cuerpo observando la batalla.
El agua que riega las plantas del vecino, cayéndome abajo.
Café, fruta, infusión y alcohol.
Besos descoloridos por la lejía, sin sabor, sin olor.
La compra recién hecha, incompleta.
Ni película, ni serie sin sofá, ni distracción.
Él, suavizante de ropa, desacartonando lo que ha quemado este sol.
El niño que grita, la abuela que calla, el hombre que se enfada, la mujer que revienta, la lengua que no para, la música que no gusta y que no para, al fin los pájaros…
La sombra que tapa lo que el árbol despeja
Milagros a Lourdes, el bicho no se inmuta ni se queja.
El pasado como pisar la Luna. La Luna, como la vida de antes.
Fantasías, teorías, miedos, historias, no cesan las pajas mentales, tampoco las otras. Todas buenas, todas bonitas, todas baratas.