Hoy se respira amor, no sé si lo notáis pero yo lo noto, a días su aroma es más fuerte, huele a desayuno recién hecho, elaborado con mis propias manos, con entrega y merecimiento, huele a las risas que se escuchan en la calle, huele a naturaleza y espacio abierto, huele a sol. Su olor es una mezcla entre lucha y satisfacción y, sin duda, sabe a placer, es como si de forma repentina la adolescencia te inundase de nuevo y se te pusiese la piel de gallina simplemente al subir la persiana del cuarto y recibir el día. Huele a entendimiento, a coherencia, a calma, a adoración por el lugar que llenamos, conquista con su aroma y empuja otros aromas que ya no tienen sentido, que no gustan, que no embriagan, que ya no se muestran vivos. Es un aroma de recibimiento y despedida, de instante, de insight, de claridad frente a su efemiridad. Huele a asfalto roto, a casas abiertas, a personas que sin conocerse se saludan por la calle, al amor de piel con respeto y apertura real, sin miedo a abrazos, a miradas fijas, al desnudo, huele al amor que nunca se tocó pero se hizo, huele al amor duradero, del buen día y mal día, al que nos puede quitar la ropa y puede con cariño vestirnos, huele a vínculo, al fuerte, que vence distancias y tiempo, que persiste a pesar de no verse, huele al amor más importante, el que nos mantendrá bien despiertos y vivos, el amor hacia uno mismo. Hoy se respira amor, si se quiere, se puede añadir cuando falta, nunca sobra, y siempre es bien recibido.