Viniste pisando fuerte, atravesando mis paredes, rompiendo cuadros, construyendo ventanas, derribando puertas, sin pararte a pensar en que dejarías la casa a medio obrar. Estoy tratando de colocar todo lo que dejaste a medio hacer, poniendo las ventanas en otras paredes, para poder ver otras vistas, pintando nuevos cuadros,  levantando paredes para separar aquella estancia que te empeñaste en dejar diáfana, estoy reconstruyendo mi hogar, me va a costar lo mío, pero, por suerte o por desgracia, no es la primera vez que me repongo de un tornado, y tengo la certeza, de que cada puto ladrillo que levante, cada siesta que pierda en ordenar mis cosas, cada noche que mire por esa nueva ventana, aún sin acabar de fijar, va a merecer la pena. El tuyo no sé, pero mi hogar va a quedar como nuevo.