La Naturaleza azota el mundo con fuerza, parece querernos decir que está cansada de actuar de víctima, que hay algo más grande que nosotros, que nos creemos el ombligo del mundo, el centro del universo, y somos como un montoncillo de arena que ni se une ni se separa. Estamos ciegos, no queremos ver lo que está pasando, y lo que está pasando tiene un sentido sin retorno. No es tarde, porque nunca lo es, pero vamos muy faltos de tiempo, es necesario actuar, y dejar de taparnos los ojos y los oídos, no hacemos nada con la boca cerrada ni con las manos en los bolsillos.
La Naturaleza nos está matando, porque nosotros la estamos matando a ella, llevamos años desequilibrándola, ya no sabe cuándo es invierno, cuánto debe medir una ola, ni qué movimiento de tierra es necesario pero no dañino. Se nos agota el tiempo de vida, no hay más oportunidades, esto es una intervención a vida o muerte, y estamos más cerca de la muerte, que de la vida.