Si quiero… puedo escuchar aquello que las sábanas taparon,
Tu estela de fuego saliendo de la ducha,
Tu voz recorriendo mi cuello,
Mi cuerpo temblando, sólo, a la espera…
Pero no me da la gana, ya no necesito hacerlo, estoy bien, me ocupé muy bien de mí,
he descubierto que es lo que mejor se me da, repararme, hasta el punto de que no se aprecien fisuras, ni se noten por donde se han reunido y pegado de nuevo mis trozos, volviendo incluso a tener el mismo brillo, por dentro
Supongo que se puede reformar una casa, pero aunque vaya a quedar igual, yo siempre fui de tirarla y hacerla de nuevo, de romper el papel con borrones y empezar de la nada otro dibujo diferente.
Y de aquello…me reparé.
Hace tiempo que tiré la basura, que barrí aquellas colillas del balcón, y que llené el váter de frases muertas y tiré de la cadena. Aquellas frases que murieron antes de salir de tu boca o que dijiste pero que nunca llegaron a cobrar vida.
Me quedé bien a gusto, bien libre,…haciendo que todo aquello dejase de existir aquí.
Pero aún duelen aquellos tatuajes,
Trazados de adentro a afuera,
Sobre tus pulmones, sobre mi hígado, haciendo relieve sobre el corazón, uniendo algunas venas, sellando algunas arterias, brotando, a veces, por los ojos, estrellándose sus formas como sombras sobre la pared.
Siguen ahí, al reverso de nuestra piel, sin llegar a cerrarse del todo, al borde de sentirse curados, al borde de seguir enfermos, tan recién hechos, como siempre.