Están pasando cosas, continuamente, nos pasan por encima y, por dentro. Sin esperas, sin respiros, a toda prisa. Nos dejan creer que podemos girar el viento, pero la brisa suave resquebraja siempre el silencio, y cuando ésta te toca, sólo te queda cerrar los ojos y abrir los brazos, porque sabes que ya no hay cambio posible de rumbo.
Intenté pararla, que las olas se moviesen sin ella, pero fue imposible. ¡Quién demonios puede amainar la fuerza que se oculta tras la ternura!, ¿quién? Absolutamente nadie…, es como la humedad que se cuela en los huesos y te hace sentir frío toda la noche, aunque te arropes. No hay forma de combatirla…Quizás sea así, porque no deberíamos de hacerlo. Quizás haya que quitarse la ropa y calarse de lleno, sin esperar a que la humedezca. Quizás haya que meterse en la hoguera y quemarse del todo, para que se nos vaya, de una vez por todas, este frío…