Cuando buscas el equilibrio, no lo encuentras, necesitamos desequilibrio para equilibrarnos, saber que podemos caernos en cualquier momento es lo que consigue sacar la fuerza suficiente en nosotros para aferrarnos a una dirección, sin miedo. Sabes con seguridad que estás en equilibrio, cuando a pesar de los quiebros que se repiten, no te caes ni desistes en el esfuerzo por mantenerte en pie. Debe existir la amenaza, el riesgo acechante, las dificultades, el aparente imposible, la posibilidad alta de fracaso, para que exista la constancia, las ganas, para que quieras arriesgarte, para llegar a sentir que esa línea que sostiene tu vida, no va a flagelarte.
Mantenerse en equilibrio constante y vivir es toda una contradicción, si de verdad quieres vivir, asume el riesgo, vas a tener que cruzar al otro lado cargado de la incertidumbre que supone el trayecto, es altamente posible que te caigas, incluso que veas que lo que te estabiliza o te marca el recorrido se rompe, que donde había un camino, aparecen dos, que no tienes ni idea de lo que quieres justo antes de llegar al final, que lo que parecía ha dejado de parecerte, o que sientes con una seguridad irracional que, de repente, el camino más arriesgado es el que quieres seguir, asúmelo, la vida desequilibra hasta tal punto que consigue equilibrarnos…