Cerebros de piel

Artesanalmente
13 mayo, 2018
20 mayo, 2018
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Cerebros de piel

Estamos enganchados a pensar, a encontrar culpa en cualquier acto, a desmenuzar las experiencias como el que trata de retener el agua en las manos, sin llegar a conseguirlo. Estamos enganchados a pensar y estamos olvidando que la cabeza en sí ya forma parte del cuerpo, y que el cuerpo puede detenerse si el corazón se para. Estamos dejando a un lado otras partes que no conocemos tanto de nosotros, y nos estamos quedando con aquello que seríamos capaces de decir delante de un montón de gente en una inmensa sala, pero eso precisamente, no somos nosotros.

Desde bien pequeña, mi cabeza siempre giró en torno a lo que sentía, tanto cuando me lo imaginaba como cuando lo hacía, estuviese bailando, cantando, hablando, o haciendo cualquier cosa, me concentraba en lo que aquello que estaba haciendo en ese momento, me hacía sentir. Constantemente necesitaba cerrar los ojos, para luchar contra los estímulos que trataban de apartarme de mi verdadera realidad, y durante algunos instantes, lo conseguía. Recuerdo que cuando leí el libro de «el perfume» en el instituto, me sentí identificada con el protagonista, por suerte, no como asesina en serie jajajaja, pero sí porque mi olfato siempre ha sido muy delicado y destacaba sobre otros sentidos en mi percepción de la vida. En algún momento, me jugó malas pasadas, pero siempre me ayudó a sentir más allá de lo que podía pensar. Era otra vía de información paralela, a la hora de estar, de sentir y de recordar. Me llevó a darme cuenta de que los sentidos estaban infravalorados, y habían quedado relegados a la función de servirnos. Últimamente escucho con demasiada frecuencia «somos lo que pensamos», no voy a entrar en algo evidente, lo que pensamos nos influye e influye en nuestras interacciones con el mundo, pero si quiero irme a lo verdaderamente real, no puedo quedarme en esa idea, tengo que ir a otra que no siempre va después de lo que pensamos, como muchos psicólogos han teorizado, porque la vida no es A+B+C,  ni mucho menos en ese orden, por eso para mí sería más acertado el concepto de «somos lo que sentimos», aunque lo que sentimos, en ocasiones, venga de lo que pensamos, teniendo presente que no siempre viene de ahí, y que con mucha frecuencia no sabemos de dónde viene, no tenemos ni idea de porqué nos sentimos como nos sentimos, con la incertidumbre y la angustia que puede generarnos esta sensación si lo que sentimos no es agradable, sino todo lo contrario. A menudo, me encuentro con personas que no saben dónde situar lo que les sucede, ni siquiera pueden ponerle nombre, no es algo concreto, es algo abstracto, difícil de situar en un lado, pues puede situarse en varios sitios a la vez, o sencillamente no tener un lugar. Un duelo te duele, te duele en el cuerpo, es como si te hubiesen arrancado un trozo vital de tu cuerpo y sin saber ni cómo, te extraña que éste siga funcionando. Y yo me pregunto…si la causa de ese dolor no está en lo que pensamos, ¿cómo podemos ayudar? o ¿cómo la persona puede encontrar alivio?

Desde que nos formamos, estamos rodeados de tejidos, de piel, de sensibilidad, de huellas, …Comparto lo que algunos pensadores han expuesto ya, tenemos otro cerebro, que no está en la mente, otro cerebro más primitivo, pero no por eso, más equivocado. A medida que voy trabajando, y aprendiendo del ser humano y de mí misma, voy creyendo más en que ese cerebro, tiene mucho que decirnos, quizás mucho más de lo que creemos, pero no solemos escucharlo, nos fiamos más del intelecto, de lo que parece mover nuestras decisiones y nuestra vida aparentemente, y digo aparentemente, porque aunque no nos hayamos ni percatado, en muchas ocasiones, ése cerebro no es el que nos ha guiado. Quizás la intuición tenga más que ver con esta otra parte de nosotros, que también puede guiarnos en base a otra información diferente, más sensitiva e inconsciente, pero muy válida e incluso muy saludable.

Estoy experimentando, bueno todos lo hacemos, desde que vinimos a este mundo, y explorábamos la vida gateando, tocando, metiéndonos objetos en la boca,…Como digo, estoy experimentando con este cerebro, lo estoy escuchando, le estoy haciendo caso, está empezando a decidir , estoy encontrando respuestas, y desde entonces, siento que mi vida es más coherente, hay un entendimiento mayor entre lo que siento, lo que hago, lo que pienso, hasta cuando estoy echa polvo o me entra el pánico porque voy sin frenos. Quizás estemos equivocados, y lo que somos hay que planteárselo de otro modo, quizás seamos seres racionales pero de piel, no de pensamientos, quizás en la mente, tengamos tanta basura que no estemos pensando por nosotros mismos, sino que ya hayan pensado por nosotros, con todo lo que nos fueron metiendo. Ambos son necesarios, ambos existen, y sería muy positivo de cara a nuestra salud mental ir acercándolos, de ti depende si quieres tenerlo en cuenta o no.

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