A veces, es una melodía, otras un poema, el aroma del café al despertar, el perfume impregnado en mi pañuelo, aquella cafetería en la ya pareces tener tu sitio, las notas de violín del vecino del cuarto, dándole luz a mis domingos, el susurro bravo de los árboles, y siempre, la vida misma, que hasta cuando se muestra aparentemente vacía, me enamora. Saboreo, mastico con cariño cada detalle, trato de guardar dentro de mí la esencia de cualquier bello instante, me lo bebo, de un sólo trago, para que se grabe a fuego en mi interior, sin pensamientos que la empañen, sin insistir en ello, sin quererlo, sin buscarlo, sin tener que ocultarlo. Son puras sensaciones, sin más nudos ni vueltas de tuerca, son calambres, chispazos, texturas, olores, escalofríos, miradas, risas, lágrimas, con o sin sentido, es la piel acariciada, húmeda o fría, es el sentir acaparando atención y cargado de intención. Es el estar vivo, viviendo…