Aquella soga se convirtió en la manguera de su propia ducha, las últimas gotas de vida se evaporaban sobre su cuerpo, y permanecía mirándose fijamente los pies, habían dejado de dar pasos, dejarían de ser suyos y acabarían atascando el desagüe de cualquiera. Se cortó el pelo, como si se arrancase de cuajo tatuajes, mientras su corazón se abalanzaba sobre sus pulmones, devorándolos…