Dejar la puerta abierta siempre fue peligroso,
La libertad siempre dan ganas de quedarse,
Y ya sabes que en mí las estancias son diáfanas y los pantalones van sin cremallera.
Me dejaste con la inquietud suficiente,
Con la ternura disponible,
Con el placer de recuerdo.
Tu mirada desnuda en mi espalda,
Tu sonrisa viajando de cadera a cadera,
Y tus susurros deshaciendo todo lo que mis labios se iban comiendo.
Pegarte un repaso de piel,
Mordernos por dentro,
Que una parte de tu cuerpo me sostenga sin tocar el suelo.
Desordenemos este desastre arrugando el espacio, dilatando el tiempo.