El sida, el cáncer, las drogas y las putas guerras, a cuántas leyendas desconocidas y conocidas, se ha llevado por delante. !Cuánta lucha previa esconde la muerte!, !cuánto valor hay que tener para salir ahí afuera a vivir saboreando que vas a morir!, !cuánto miedo acumulado en el cuerpo hace falta para empujarte a ti mismo y no dejarte caer!. Somos esa chispa que se enciende y nos mantiene despiertos incluso cuando estamos dormidos, somos la vida moviéndose entre dos extremos unidos fuertemente por las ganas de vivir. Los ojos vidriosos y el tenerlos bien puestos para no hundirse en el barco del final, para dar fuerza incluso a aquellos que nos ponemos en la piel y que sentimos que parte de ella también se nos marcha. Estamos fuera de lugar, se nos olvida a que hemos venido aquí, se nos escapa de las manos el auténtico motivo de nuestra estancia, ni viajar más, ni salir más, ni comer más, ni follar más, tampoco lo contrario, depende de quien y para que, resumir a algo concreto el sentido de la vida sería como inmunizar de amor nuestra existencia, tantos motivos como personas, tantas experiencias, sueños y sensaciones como pies que pisan cada trozo de esta tierra. !Pequeños espacios con grandes instintos de lucha!, es hora de sentir en una única dirección, olvidando cuentos, lecciones y noticias, esperándoos entusiastas a vosotros mismos en la parte más alta de aquel valle que esconde a sus espaldas quienes sois y donde realmente queréis.