Dejé de confiar en las casualidades, y comencé a confiar sólo en los pasos. El encuentro es posible si caminamos, en la misma dirección, hacia la desembocadura del mar, se tarde lo que se tarde, aunque estemos cansados y las ganas de tirar la toalla apremien. No hay otra forma, dejarlo en manos de qué, y para qué, teniendo las tuyas propias para moverte en el mundo.