Echo de menos los encuentros interminables de respiraciones profundas y entrecortadas, los abrazos que detienen el tiempo y las miradas que lo dicen todo sin necesidad de palabras, los excesos de piel, la risa al son de otras risas, echo de menos el sol y todo lo que brilla a su paso, el viento atravesándome y llevándose los pesados lastres, ver en carne y hueso sus pequeñas manitas y piernecitas imparables corretear a mi lado, sentir que puedo decidir libremente hacia dónde ir, compartir un arroz en el campo con mis raíces, las propias del árbol y las que después de injertadas pasaron a formar parte del mismo, salir a la calle sin miedo, poder ir a comprar sin riesgo, sentir que un puto virus no amenaza mi vida , ni la de otros, echo de menos vivir sin esta mierda que corre por nuestras calles, nuestras superficies, nuestros cuerpos. Que acabe pronto, que nos deje aprendizajes dentro y, por favor, que no se lleve más vidas de más nadie.